Por: Marcela Perilla, Presidente para la Región Norte de América Latina y El Caribe en SAP.
A lo largo de la historia, y gracias a la lucha por la equidad de género, hoy las mujeres hemos logrado asumir roles de mayor importancia en la sociedad. Es por esto que, en la actualidad, vemos cómo cada vez hay más emprendedoras, ejecutivas de altos cargos, presidentes de países o directoras para grandes compañías.
La igualdad de oportunidades en educación y en los espacios laborales, las mejores condiciones laborales y la lucha contra la discriminación laboral han impulsado el liderazgo femenino como pilar fundamental dentro de la cultura organizacional actual, por el valor que la diversidad aporta al ámbito empresarial.
En Latinoamérica tenemos muy buenos ejemplos en países como Brasil, Colombia, Costa Rica y Uruguay, territorios en los que el índice de progreso de mujeres emprendedoras ha llegado a superar a economías como España, Francia, Alemania y Reino Unido. De acuerdo con el reporte de Global Entrepreneurship Monitor (GEM) 2020-21, los tres países latinoamericanos con mayor porcentaje de mujeres emprendedoras en su fase inicial del negocio son Colombia con 30,2%, Panamá con 29,1% y Guatemala con 25,5%.
Con estas cifras en aumento, y teniendo cada vez más mujeres en un rol de liderazgo, resulta importante resaltar algunos principios que nos permitirán formarnos para ser mejores guías de nuestros equipos. Como referencia tomo la visión de James Kerr, donde enumera aquellos pasos importantes en su libro ‘Legado, 15 lecciones sobre liderazgo’. A continuación los que considero más relevantes.
Mantener los pies en la tierra. Nunca somos demasiado grandes para hacer las pequeñas cosas que hay que hacer. No hay una tarea ‘mínima’. Sin importar el cargo que tengamos, es importante tener disponibilidad para cualquier trabajo, ya sea en equipo o individual.
Liderar con un propósito. Siempre preguntamos: ‘¿por qué?’. Ser un buen líder y tener un buen equipo de trabajo es solo una parte de la ecuación del éxito. Es importante tener claro que los colaboradores de una organización deben estar en la misma página para ayudar a formar grupos sólidos. Así, es necesario comprender los objetivos en común.
Muchas veces contar con buenas habilidades puede resultar ineficiente si no se sabe lo que se quiere conseguir. El ¿por qué? Y el ¿para qué? Son preguntas primordiales para sentar las bases de esta construcción del propósito.
Delegar funciones. Los líderes crean líderes. En las compañías, el presidente es solo un líder en el negocio, pero los equipos exitosos tienen líderes en todas sus áreas. Delega responsabilidades y ayuda a tu equipo a delegar en forma efectiva.
Crear un entorno de aprendizaje. Los líderes son maestros. Las compañías quieren equipos de trabajo motivados, personas con deseo de aprender y desarrollarse, que se esfuercen constantemente por mejorar. Sin embargo, esto no significa que sea responsabilidad exclusiva del líder enseñar.
Los verdaderos líderes animan activamente a los equipos a compartir y ser mentores entre ellos, al tiempo que mantienen un entorno competitivo donde el conocimiento y el aprendizaje son factores de automotivación.
Mantener la cabeza fría. Controla tu atención. En los negocios siempre hay una gran demanda de competencia, un buen líder es capaz de tomar las decisiones bajo presión lo que le dará al final mayores posibilidades de éxito a la empresa y al equipo.
La toma de decisiones es una habilidad difícil de aprender y se desarrolla con el tiempo, mantener la calma cuando la tensión aumenta es un gran paso en la dirección correcta. Conocer tus opciones y apoyarte en ti mismo en situaciones de presión se vuelve crítico. Hacer el trabajo extra marcará la diferencia.
Cuando se entiende que el buen liderazgo se construye constantemente, la visión del líder se transforma. Como mujeres con roles de liderazgo debemos no solo adquirir habilidades que guíen nuestro desarrollo personal, sino también activamente ser motores de nuestro crecimiento.