En un momento donde los incendios en el Amazonas están en las primeras planas de todos los medios, poco imaginan que esa catástrofe puede estar íntimamente relacionada al sargazo que arruina la costas del Caribe.
“El principal problema es el río Amazonas. El segundo, el calentamiento global. Mientras más caliente esté el agua, más se reproduce”, dice a Steve Leatherman, experto en medio ambiente de la Universidad Internacional de Florida (FIU).
Lo cierto que hacia 2011 aumentó la agricultura en la región brasileña del río Amazonas. Esto derivó en un mayor uso de fertilizantes, porque, para sembrar más, los cultivadores que deforestan la selva obtienen a cambio un suelo muy pobre de barro rojo.
Científicos comandados por el oceanógrafo Chuanmin Hu (quien estudió el Sargassum empleando tecnología satelital desde 2006) utilizaron observaciones satelitales de la NASA para documentar la magnitud del problema. Con simulaciones por computadora confirmaron que este cinturón de macro algas color marrón se forma en respuesta a las corrientes oceánicas.
Hace ocho años, la mayor parte del sargazo flotante se encontraba principalmente en diversas áreas alrededor del Golfo de México y en el Mar de los Sargazos, que se encuentra en el borde occidental del Océano Atlántico central.
Hace una década, los niveles de clorofila a aumentaron en el penacho del río Amazonas, la parte del Océano Atlántico que recibe las salidas de los afluentes. Además, las aguas entre África y Brasil están en una región más cálida que ha favorecido las floraciones con un desarrollo más veloz que genera una mayor cantidad de biomasa.
En mar abierto este tipo de algas contribuyen a la salud del océano al proporcionar hábitat para tortugas, cangrejos, peces y otras plantas. También produce oxígeno a través de la fotosíntesis, pero estas algas se convierten en un problema cuando se aproximan a las costas, pues pueden desplazar especies marinas y limitar luz y nutrientes a ecosistemas indispensables para estos sitios, como los llamados pastos marinos.
Van Tussenbroek, investigadora en Puerto Morelos del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL) de la UNAM, y quien dirige el Laboratorio de Pastos Marinos de esta unidad académica, también se convirtió en una de las principales estudiosas de la problemática desencadenada por el sargazo.
La investigadora reconoce el estudio de Chuanmin Hu como un documento de gran precisión y aunque es claro que han contribuido los residuos vertidos en el Amazonas para incrementar el problema, señala que no se le puede echar toda la culpa a este lugar, cuando a nivel regional también contribuyen fuertemente las descargas de desechos que se hacen cotidianamente en nuestras costas.