A las bellezas de las playas, buen clima y la proverbial hospitalidad que los dominicanos dispensan a los extranjeros, el golf ha venido a portando un valor añadido para catapultar el turismo en la República Dominicana.
La génesis del desarrollo en el país de un deporte que con el tiempo se convertiría en un sub-sector de la “industria sin chimenea”, hay que ubicarla en 1971, año en que es inaugurado
el campo Diente de Perro, en Casa de Campo, diseñado por el estadounidense Pete Dye. Sobre la singular cancha hay consenso desde entonces de que es el mejor de la región y entre los 50 del mundo, conforme a los escalafones de revistas especializadas como Golf Digest.
Si bien las bondades de la naturaleza y “sonreír al turista” son básicos, el paquete hay que dotarlo de otros atractivos para que pueda ser competitivo, porque con el paso de los años la mayoría de los países han focalizado su atención en aprovechar sus condiciones a los fines de incrementar una industria que hoy domina el mundo.
En 1978, con el desarrollo del polo turístico de Puerto Plata, el mítico Robert Trent Jones diseñó el Playa Dorada Golf Course, ubicado en el centro de 14 hoteles de la zona de Playa Dorada, que al igual que Diente de Perro está circundado por el mar y seduce a los jugadores por sus complejidades y desafíos que les presenta.
Posteriormente, en la capital, en Santiago y, consecuentemente, en los incipientes polos turísticos de Punta Cana y Bávaro (Higüey), así como en Samaná, Río San Juan, Jarabacoa y otros destinos con esa vocación, se hicieron excelentes canchas. En total son 28 con los que cuenta el país, una cantidad envidiable también en términos de calidad.
“En el caso nuestro, el deporte del golf se ha convertido en uno de nuestros grandes atractivos, puesto que a partir del desarrollo del campo Diente de Perro, nosotros entramos al ámbito y al mapa del gol en el Caribe”, destaca Ellis Pérez, un exsecretario de Turismo (1981) que tiene más de seis décadas vinculado a esa actividad.
Expresa que, con el desarrollo, luego, de Puerto Plata y los subsiguientes campos que hoy adornan al país, el país se ha posicionado como el principal destino del golf, “sin lugar a dudas”, en toda el área caribeña, compitiendo con otros países de América Latina como Puerto Rico, México, Argentina y Colombia.
“De manera, que el desarrollo de estos campos de golf nuestros es muy especial, tiene un valor muy particular, en razón de que los jugadores son ejecutivos que tienen alta capacidad de ingreso, por lo que sus gastos son muy superiores por mucho a la media del gasto del turista corriente”,recalca Pérez, un aficionado de esa disciplina que en 1973 se convirtió en el primer dominicano en adquirir una Villa de Golf en Casa de Campo.
ALGUNAS CIFRAS
La Federación Dominicana de Golf (Fedogolf) dio a conocer el pasado año un estudio titulado “Orientación sobre el impacto económico del golf en el país”, en el cual se revela que el Ingreso Promedio Anual por Green Fee es US$33,629,000, así como de US$25,222,229 por estadía y otros gastos. El total de ingresos percibidos por el Estado (promedio anual) es de US$10, 593.282, pero que, en realidad, con un mayor apoyo, sólo por ese último concepto se generarían
US$26, 508,008. “No es de extrañar que uno de los pocos deportes que actualmente aportan a nuestro Producto Interno Bruto es precisamente el golf, como se puede demostrar en las estadísticas anteriores”, resalta la entidad que preside Rafael Villalona. “La estrategia de estinar recursos al golf no es gastar, es invertir en tierra fértil, mientras se haga de manera inteligente y racional”, subraya.
En vista de que el llamado “Turismo del Golf” es uno de los subsectores más importante de la industria del ocio y el entretenimiento, considera que, por tener un importante ingreso real y potencial proveniente directamente de ese deporte, el país debe lanzar un agresivo plan de promoción de la excelente infraestructura existente.
Debe estar conectado para enviar un comentario.