Para mantener el posicionamiento logrado por el sector turismo y seguir creciendo es fundamental es que el gobierno, la empresa y la sociedad civil acuerden un plan nacional de desarrollo turístico que tenga como pilares los principios de la sostenibilidad.
Ahora es “fundamental tejer un gran Pacto de Colaboración para que todos los involucrados – gobierno, sociedad civil y empresa- se comprometan a mantener el crecimiento sobre las bases y los principios de la sostenibilidad, y así abordar los desafíos y las oportunidades”, planteó Simón Suárez, pasado presidente de la Asociación de Hoteles y Turismo de la República Dominicana y de la Asociación de Hoteles y Turismo del Caribe.
“Este gran Pacto de Colaboración se articularía en un nuevo Plan Nacional de Desarrollo Turístico, por el que ASONAHORES ha abogado ya por años”, dijo al presentar la ponencia magistral de apertura del Primer Simposio sobre Biodiversidad Costera y Turismo, en la que analizó el potencial de un turismo sostenible y competitivo para país.
LOS DESAFIOS
Planteó que uno de los grandes desafíos del país es “diseñar las estrategias para promover un desarrollo turístico sostenible y la competitividad del producto”, y esto incluye tener municipios funcionales que entreguen los servicios con eficiencia y sin corrupción.
También, destacó Suárez, es importante crear el fideicomiso de promoción turística para que ésta se planifique con profesionalidad, y se desarrolle y ejecute con la participación directa de todas las partes interesadas, de los sectores público y privado
Igualmente señaló la importancia de promover un mayor interés de las comunidades vinculadas, en los procesos de desarrollo del turismo, y en aprender cómo aprovechar más las oportunidades que este ofrece; y también de un programa de apoyo para el fortalecimiento de las MIPYMES vinculadas al turismo, que incluya formación, asistencia técnica y financiamiento.
Recomendó que se fortalezca la base del turismo para acceder a mercados no explotados, como el Chino; a nichos no aprovechados, como el ecoturismo, reuniones/convenciones, turismo cultural, turismo médico, agroturismo y regiones inexplotadas.
Suárez también sugirió fortalecer los eslabonamientos económicos del turismo con el resto de la economía, para que el efecto transversal en la distribución del dólar turístico se amplíe cada vez más en la sociedad y diseñar programas de desarrollo para atender las necesidades de infraestructura, servicios, la educación y concientización de las comunidades y zonas de desarrollo turístico.
DESARROLLO SOSTENIBLE
Suárez refirió en su análisis la relación del turismo con los objetivos del desarrollo sostenible incluidos en la agenda internacional sobre este tema; y dedicó particular atención al número 14 que dice: “Conservar y utilizar sosteniblemente los océanos, los mares y los recursos marinos”, porque es “el más directamente relacionado con el turismo”, porque aquí la oferta fundamental es sol & playa, y es el “recurso natural disponible para el turismo que ha generado mayores cuestionamientos para el sector”.
Suárez, con 40 años en el turismo, explicó que “los pecados ambientales más graves se originaron porque hace cuatro décadas la empresa, al igual que los demás actores de nuestra economía, no actuaba motivada por la preocupación que tenemos hoy, por el impacto del desarrollo en el medioambiente”, ni existía “una cultura para el uso racional de los recursos naturales”.
Recordó que “no existía el marco regulatorio actual que comenzó a consolidarse con la aprobación de la ley que creó el Ministerio de Medioambiente”, que “aceleró la superación de la ignorancia ambiental, pese a que estamos aún lejos en llegar a la madurez deseada”.
ACTITUD OFICIAL Y TORRES
Aún vemos, destacó Suarez, “que con la complicidad de los responsables de hacer cumplir la ley, se reportan con frecuencia acciones ilegales como el uso irresponsable de los 60 metros de playa; eliminación de dunas y extracción de arena; daños a los manglares costeros; daños a las barreras coralinas; relleno de humedales y lagunas, y extracción de materiales de construcción en los ríos”.
También refirió “el manejo descuidado de los desechos sólidos, y el irrespeto al ordenamiento territorial, que procuran mantener el equilibrio entre desarrollo y preservación medioambiental. Acciones estas que muchas veces cuentan con la aprobación oficial formal o encubierta”.
A veces, afirmó, “se toman atajos y no se cumple el debido proceso, como la obligación de escuchar las comunidades y demás actores involucrados, que podrían ser afectados por las decisiones de las autoridades, cuyo poder reglamentario no está por encima de la comunidad”.
Suárez refirió como ejemplo de sus críticas, “el caso de los cambios recientes en el ordenamiento territorial en el litoral Este, hechos para permitir edificaciones de hasta 22 pisos de altura”
Explicó, que esto “se ha realizado sin sustentar las decisiones en los estudios científicos que justifiquen estos cambios y sin tomar en cuenta los argumentos de quienes se oponen”.
En ocasiones aseguró, “se registra en las instituciones, un chocante irrespeto a sí mismos y a sus propias ordenanzas. Un ejemplo revelador es la aceptación de la construcción y la otorgación de incentivos fiscales en Juan Dolio, para una torre con 121 apartamentos residenciales a 30 metros del mar, irrespetándose las limitaciones impuestas por las resoluciones de los Ministerios de Turismo y Medioambiente”.
Suárez señaló que “la empresa, las comunidades, o simplemente los ciudadanos, todos somos responsables cuando no alzamos la voz para defender estos recursos vitales para nuestro desarrollo y para garantizar el futuro a las generaciones que nos sucederán”.