En los últimos meses hemos asistido a la publicación de noticias procedentes de varios destinos en las que se habla de “turismofobia” acompañadas deimágenes de protestas contra la “invasión de los turistas” y la exclusión de la población local por parte de empresas turísticas.
El turismo y la industria de viajes es una actividad económica relativamente nueva. Aún así, se ha convertido en un sector esencial en nuestras sociedades y nuestro modo de vida. En la actualidad el turismo genera el 10 por ciento del PIB mundial, 1 de cada 10 puestos de trabajo y un 30 por ciento de las transacciones comerciales internacionales en el sector servicios. Asimismo es fundamental en la balanza de pagos y constituye una fuente de ingresos vital en muchos países.
En reconocimiento al rol que el turismo tiene para abordar los retos de la Humanidad, Naciones Unidas declaró 2017 como Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo con el objetivo de enfatizar que el crecimiento viene acompañado de responsabilidad.
Toda actividad vinculada al sector del turismo que sea sostenible promoverá la conservación del medio ambiente y la protección del patrimonio cultural material e inmaterial. Lo más importante es que promoverá la participación y el compromiso de las comunidades locales y el respeto que éstas se merecen. La gestión del número de personas que visitan muchas zonas populares del Planeta, incluidas las ciudades, es esencial para la población de acogida y los visitantes, tanto internacionales como locales. De hecho, en países como España o Francia la proporción de turistas nacionales supera a la de visitantes internacionales.
PERO …
El crecimiento no es el enemigo. El número creciente de visitantes no es el enemigo. De hecho, la historia de la Humanidad está marcada por dinámicas basadas en el crecimiento. En lo que al sector del turismo se refiere, el crecimiento está y debe estar vinculado a la prosperidad económica, a la creación de puestos de trabajo y al aumento de recursos para financiar la protección del medio ambiente, la conservación cultural, así como las necesidades comunitarias en el ámbito del desarrollo y el progreso, que de otro modo no tendrían respuesta. El intercambio intercultural que fomenta el turismo permite además ampliar perspectivas, abrir nuestra mente y nuestro corazón, mejorar nuestro bienestar y ser mejores personas creando un mundo mejor.
Velar para que el turismo sea una experiencia enriquecedora tanto para los visitantes como para los anfitriones implica el desarrollo de medidas políticas y prácticas sólidas basadas en el turismo sostenible, así como la participación de los gobiernos y administraciones nacionales y locales, de las empresas del sector privado, de las comunidades locales y de los propios turistas.
El sector necesita de una regulación específica a este respecto así como de directrices claras, pero nunca dirigidas a limitar el crecimiento. El enfoque debe centrarse en la gestión sostenible y en medidas orientadas al crecimiento sostenible que sean beneficiosas, como por ejemplo:
- Medidas de diversificación del producto y de localización de las actividades de los visitantes;
- Políticas y mecanismos eficaces e integrados enfocados en la gestión de visitantes en lugares turísticos;
- Políticas que reduzcan la estacionalidad;
- Incentivos dirigidos a que el sector privado invierta en zonas y productos nuevos;
- Incentivos y políticas dirigidos a reducir el consumo de energía y agua y atender otras necesidades, deficiencias y carencias comunitarias.
Existe un gran número de destinos que trabajan para crear un sector justo e inclusivo y gestionar un crecimiento turístico exponencial, como se observa en los recientes ejemplos de Venecia y Barcelona. Hay que subrayar que, aunque debe consultarse a las comunidades locales para que participen plenamente en la planificación del turismo, la “turismofobia” ejercida por ciudadanos es, en gran medida, consecuencia de una falta de gestión sostenible del crecimiento. La existencia de empresas ilegales, los daños infringidos a ecosistemas marinos y terrestres o el comportamiento inadecuado de unos pocos viajeros no implican que el sector del turismo obvie los enfoques éticos.
Se trata de un fallo en la gestión, no de un fallo del sector en sí.
Los esfuerzos producidos en las últimas décadas por parte de gobiernos, empresas, sociedad civil, e incluso por turistas para tener un turismo más responsable y comprometido no pueden quedar en vano. Debemos seguir capitalizando los beneficios que conlleva el sector en materia de creación de puestos de trabajo, de desarrollo económico y de interacción cultural mientras intentamos reducir al máximo los posibles efectos y repercusiones negativos del mismo.
Toda actividad humana basada en el crecimiento puede conllevar efectos negativos. Aún así, la respuesta nunca debe ser dirigida a paralizar dicha actividad y perder sus beneficios, sino a abordar los desafíos y a gestionarlos de manera apropiada. Ese es el verdadero objetivo. Hemos de velar para que nuestra voluntad de mejorar el sector sea hoy más firme que nunca. De lo contrario, nos enfrentamos al riesgo de perdery ver cuestionado el potencial del sector.
Juntos podemos seguir construyendo un sector turístico sostenible, equitativo y bien gestionado que continúe suponiendo una fuente de ingresos en todo el mundo así como un factor de enriquecimiento cada vez que cruzamos una frontera e intercambiamos experiencias culturales.
Recordemos el lema de la campaña del Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo:
Viaja, disfruta y respeta.
La Organización Mundial del Turismo (OMT) es el organismo de Naciones Unidas especializado en turismo. Desde su sede en Madrid se encarga de la promoción del desarrollo de un turismo responsable, sostenible y accesible para todos. La OMT, que fomenta la aplicación del Código Ético Mundial para el Turismo a fin de potenciar al máximo la contribución socioeconómica del turismo al tiempo que se reducen al mínimo sus posibles efectos negativos, está decidida a promover el turismo como instrumento para la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), dirigidos a reducir la pobreza y estimular el desarrollo sostenible en todo el mundo.