PUNTA CANA. –No es exagerado decir que lo vivido en la séptima edición de “The Epicure by Paradisus” fue una experiencia sensorial inolvidable. Tuve el privilegio de estar presente en esta extraordinaria celebración gastronómica, que no solo exaltó la riqueza de la cocina dominicana y japonesa, sino que también me permitió comprobar, de primera mano, el nivel de excelencia que caracteriza al hotel Paradisus Grand Cana – All Suites: desde su gastronomía hasta su gente, pasando por cada detalle de hospitalidad que define el alma de este espacio.
Desde el primer momento, el personal humano del hotel hizo que me sintiera como en casa. La calidez con la que recibieron a los invitados, la atención personalizada y el impecable servicio en cada actividad confirmaron que en Paradisus no solo se cuida el lujo, sino también la experiencia humana.
Chefs que cuentan historias a través del sabor
El evento fue encabezado por dos figuras excepcionales de la alta cocina: Carlos Estévez, orgullo dominicano, e Yong Wu, referente de la gastronomía japonesa en Europa. Ambos demostraron una maestría técnica impresionante, pero aún más admirable fue su capacidad de transmitir emociones e identidad cultural a través de sus platos.
La primera masterclass, a cargo del chef Yong Wu, me dejó asombrada. Su forma de elaborar el sushi, su destreza con las manos y sus explicaciones simples pero profundas, se convierten en una verdadera lección de sutileza, equilibrio y creatividad. No se trató solo de una clase; fue un viaje introspectivo por culturas que dialogan con respeto y armonía.
Una cena a ocho tiempos que tocó mi corazón
La cena celebrada en el restaurante Kárnica fue, sencillamente, mágica. Cada uno de los ocho tiempos que conformaron el menú tuvo una intención clara y un sabor que despertó memorias, asombro y gratitud.
Los aperitivos fueron una bienvenida perfecta: la ensalada caribeña con queso de hoja empanizado, mango y crumble de maní del chef Estévez, y el calamar con sabayón y caviar de Yong Wu marcaron el inicio de una noche que sería inolvidable.
Las entradas elevaron el nivel: el montadito de lambí sobre catibía con mousse de aguacate nos recordó el alma del Caribe, mientras que la torrija salada con trufa negra y toro fue una explosión de texturas y sofisticación.
Como platos fuertes, el chivo estofado al coco con remolacha de Carlos Estévez nos conectó con nuestras raíces más profundas. A su lado, las carrilleras de ternera al curry japonés con puré Robuchon de Yong Wu rindieron homenaje a la cocina de precisión, sin perder la calidez del sabor.
Y para cerrar, los postres: “Texturas de coco, maíz y cacao” fue una oda a lo nuestro, con jalao, majarete y trufas de cacao dominicano que me hicieron sonreír como cuando se redescubre la infancia. La propuesta de Wu, una torrija con crema de lima y yuzu bañada en sopa de chocolate blanco con pimienta de Sichuan, fue el broche de oro perfecto.
La cocina como expresión cultural
El chef Carlos Estévez cerró el evento con una masterclass que más que una clase fue un homenaje a nuestras raíces. Con pasión, conocimiento y humildad, compartió su visión sobre la gastronomía dominicana como patrimonio vivo. Sus palabras –y sus platos– me recordaron que comer también es un acto de memoria, un ritual donde se preservan tradiciones, se construyen identidades y se crean nuevos relatos.
Un evento que quiero volver a vivir
Salí de Paradisus Grand Cana con los sentidos despiertos, el corazón agradecido y una sola idea en mente: quiero volver. Volver a sentir esa combinación de excelencia culinaria, calidez humana y servicio de primera que no se encuentra en cualquier lugar.
Las próximas ediciones de The Epicure by Paradisus, que se celebrarán en Paradisus Palma Real del 29 al 31 de agosto y nuevamente en Paradisus Grand Cana del 28 al 30 de noviembre, ya están en mi calendario. Porque hay experiencias que no se olvidan… y esta es una de ellas.